martes, 10 de enero de 2012

COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO 2º T.O. B

El evangelio con el que comenzamos el tiempo ordinario después del tiempo de Navidad es una invitación a descubrir el valor de lo cotidiano. Nuestras vidas están marcadas por grandes hitos, son las grandes celebraciones que de alguna manera anclan nuestra existencia y nuestra identidad y van modelando nuestra vida. Pero entre esos hitos hay cientos de días que pasan bajo apariencia de la cotidianeidad y la rutina, y vividos de la forma adecuada, también pueden (deben) convertirse en hitos de la historia de cualquier persona. Para Juan y Andrés, el día del que habla el evangelio es un día más entre los muchos de su vida vivida: con el tiempo repartido para trabajar, para estar con los amigos y la familia y para acompañar a un hombre que les eleva la mirada hacia Dios, Juan el Bautista.
Entre ese ritmo cotidiano, se hace posible un encuentro singular: el encuentro con Jesucristo. Ese encuentro cambia para siempre sus vidas y sin duda hace que la realidad se redimensione, se amplíen los horizontes y la existencia alcance una nueva profundidad y altura de miras. Cuando permitimos que la vida cotidiana se convierta en un encuentro con Jesucristo debemos enfrentarnos a una pregunta: ¿Qué buscamos? La respuesta de Juan y Andrés contiene en sí un anhelo de permanencia: descubrir el lugar de la vida de Dios, y para sorpresa de Juan y Andrés Dios ha hecho morada entre nosotros y podemos pasar el día con Él. De este modo lo cotidiano se convierte en hito, lo ordinario en extraordinario y deja en nosotros una huella en la memoria. ¿Cuántas veces en nuestra vida hemos vivido esas cuatro de la tarde? ¿Cuántas más nos quedan por vivir?
Por último, nuestra relación con Jesucristo también debe transformar nuestros encuentros con las personas con quienes compartimos la vida cotidiana, para llevarlos a Jesús, como Andrés con su hermano Simón. Quizás sea el modo de descubrir que Dios también conoce sus nombres, y quizás hasta tenga alguno nuevo para ellos.

¡No dejéis pasar las cuatro de la tarde!

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